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El cierre del recuento electoral en Poza Rica este domingo, con la confirmación del triunfo de Emilio Olvera (MC) con 15 mil 384 votos, debería haber sido el punto final de una contienda democrática.
Sin embargo, el proceso estuvo marcado por tensiones, acusaciones de fraude y la sombra de un conflicto que trasciende el ámbito local para convertirse en un síntoma de la crisis de confianza en las instituciones electorales mexicanas.
Los señalamientos de Emilio Olvera y Jorge Álvarez Máynez sobre la presunta alteración de paquetes electorales y la anulación de votos reflejan una dinámica preocupante: la judicialización y politización de los resultados como estrategia para disputar la legitimidad electoral.
Este fenómeno no es nuevo, pero en el contexto de Poza Rica adquiere relevancia porque exhibe las grietas en el OPLE Veracruz y evidencia la fragilidad de la certeza electoral en la era de la polarización política.
Los videos que circularon en redes sociales —donde se observan paquetes electorales abiertos y boletas anuladas con marcas dobles (MC y PVEM)— no solo alimentaron la narrativa de fraude, sino que también pusieron en entredicho la capacidad de los órganos electorales para garantizar procesos limpios y transparentes.
Más allá de la validez jurídica que puedan tener esas imágenes, su difusión amplifica la percepción de un proceso electoral vulnerado y reduce la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de velar por la democracia. Y quizá hasta evitó el presunto fraude que se denunciaba.
Por su parte, ayer mismo, la postura de Morena, a través de Gabriel Zúñiga Ovando, de señalar irregularidades en el cómputo y acusar a Movimiento Ciudadano de confundir a la ciudadanía, evidencia otra faceta de la confrontación: la disputa por el relato y la narrativa política.
Cuando las urnas no bastan para dirimir las diferencias, la lucha se traslada a los medios y las redes sociales, donde las acusaciones y desmentidos compiten por la legitimidad ante la opinión pública.
La politización de los órganos electorales y la judicialización de los resultados abren la puerta a un escenario en el que las elecciones se decidan más en tribunales y redes sociales que en las urnas.
Esta tendencia mina la confianza en el sistema democrático y deja a la ciudadanía atrapada entre la desinformación y la incertidumbre.
En el fondo, el caso Poza Rica revela la necesidad urgente de fortalecer la autonomía y la credibilidad de los órganos electorales.
La percepción de parcialidad o de fragilidad institucional es combustible para el conflicto político.
Si los ciudadanos perciben que su voto puede ser manipulado o anulado arbitrariamente, la democracia pierde sustento y se abre el espacio para la movilización callejera y la confrontación política.
Si el OPLE logra demostrar que el recuento se realizó conforme a derecho y con transparencia, será un golpe a la credibilidad de quienes acusan fraude sin pruebas sólidas.
Lo que está en juego en Poza Rica no es solo una alcaldía, sino la credibilidad del sistema electoral y la confianza en la democracia representativa.
Este episodio debería servir como advertencia: la fortaleza de la democracia no solo se mide en votos, sino en la capacidad de las instituciones para sostenerse ante la presión política y social. Y esa es la lección más urgente que nos deja esta elección.
Por lo pronto, ayer parecía que si Morena pierde arrebata.
Quien aparecía el sábado en Coatzacoalcos para festejar con comunicadores el Día de la Libertad de Expresión era el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, Esteban Bautista Hernández.
Tranquilo, sereno, viejo lobo de mar, respondía a las preguntas de los comunicadores sobre los recientes resultados electorales y las expectativas de su partido en los próximos meses.
Por lo pronto, aseguraba que no le preocupaba el tema de que, para las reformas constitucionales, el partido guinda tuviera todavía una mayoría, aunque justa, para aprobarlas, de acuerdo con los municipios que gobierna y con los que mantiene alianzas.
Incluso decía que ese mismo sábado tenía ya reuniones con algunos candidatos electos de oposición para que se sumaran al apoyo parlamentario de las iniciativas que benefician a Veracruz.
"Son amigos y compañeros; algunos se fueron a otro partido porque no tuvieron la oportunidad de ser escuchados en Morena, pero van a estar con nosotros", decía muy seguro Bautista Hernández.
Y en cortito, hablaba de alguno de Movimiento Ciudadano y un priista con los cuales dialogaría.
Esteban sabe, a diferencia de otros, que lo más importante ahora es realizar una operación cicatriz que ayude a mantener la hegemonía de Morena en el contexto de la gobernabilidad, algo a lo que pocos le quieren entrar, incluyendo el responsable del área a nivel estatal.
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