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El fútbol se puso de luto este jueves 10 de abril con la noticia del fallecimiento, a los 82 años, de Leo Beenhakker, exentrenador neerlandés que tuvo una destacada trayectoria en Europa y en México.
Dirigió a la selección de los Países Bajos, así como a importantes equipos de su país, como el Ajax y el Feyenoord, pero su consolidación llegaría cuando dirigió entre 1987 y 1989 al Real Madrid del mexicano Hugo Sánchez.
Este sería el comienzo de su historia de amor con México, pues a principios de los noventa se convertiría en el director técnico del Club América.
El neerlandés llegó a las Águilas para la temporada 94-95 siendo ya un conocido de los mexicanos por haber dirigido a Sánchez, y se le encomendó la misión de devolverle la gloria a los azulcremas.
A Beenhakker se le entregó un América que a duras penas clasificaba a la Liguilla, y lo convirtió en un equipo que arrasó en la fase regular, con figuras como Adrián Chávez, Luis Roberto Alves "Zague", el africano Kalusha Bwalya y el debut de un tal Cuauhtémoc Blanco.
Los de Coapa eran los claros favoritos a llevarse el título de la temporada, pero en abril de 1995, cerca del final del torneo, se sorprendió a los aficionados con la noticia de que el neerlandés era despedido del equipo, sin darse nunca una versión oficial.
Las especulaciones en torno al caso sobraron, y la mayoría de las versiones difundidas apuntaban a problemas con la directiva del equipo. Se llegó a creer que su despido se debió a un desaire a una reunión con los altos mandos.
Sin embargo, el técnico rompería el silencio años después, en entrevista con el propio Cuauhtémoc Blanco, donde reveló un desacuerdo con el entonces presidente de las Águilas, Emilio Diez Barroso, quien le instruyó no alinear a Joaquín del Olmo por un problema económico entre ambos.
Beenhakker se negó a acatar esta condición y fue despedido al día siguiente. Los azulcremas terminarían siendo eliminados en las semifinales de aquel torneo a manos de Cruz Azul.
Aunque su paso fue breve, su estilo dejó huella en la ofensiva de los de Coapa, creando un equipo que presionaba y daba espectáculo, recibiendo el apodo de ´las Águilas Africanas´, por los jugadores que contrató de dicho continente.