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Coppel, la reconocida cadena departamental y de servicios financieros, ha presentado un cambio de imagen, acompañado de planes de inversión para los próximos años.
La transformación ha generado interrogantes entre sus clientes, particularmente sobre el impacto en las deudas y la experiencia general del usuario. La estrategia de la compañía busca no solo modernizar su identidad visual, sino también robustecer su infraestructura digital y expandir su alcance físico.
Grupo Coppel planea destinar una inversión de 80 mil millones de pesos en los próximos cinco años. Este capital se dirigirá a proyectos multifacéticos, que incluyen la renovación de su imagen de marca y el desarrollo de una nueva plataforma de comercio electrónico.
Por su parte, BanCoppel, la filial financiera del grupo, tiene como objetivo primordial incorporar a más de 3 millones de clientes no bancarizados. Con ello, busca ampliar el acceso a servicios financieros a un segmento de la población que tradicionalmente ha estado fuera del sistema bancario formal, ofreciéndoles los beneficios de la inclusión financiera.
Para los clientes con deudas actuales o aquellos que consideran serlo, las noticias son favorables. Desde principios de año, Coppel anunció una inversión específica de 14 mil 200 millones de pesos destinada a la apertura de 100 nuevas tiendas y la renovación de otras 66.
El esfuerzo se enfoca en mejorar la calidad del servicio y la experiencia de compra, expandiendo la presencia física de la marca.
Además, la compañía tiene planes de optimizar las transacciones digitales mediante una logística mejorada y el lanzamiento de una nueva aplicación móvil.
Un beneficio directo para quienes tienen deudas es que la expansión y modernización de las sucursales ofrecerá más puntos y métodos para liquidar sus saldos, buscando nuevas formas de facilitar la interacción con el consumidor.
El proceso de renovación de marca, conocido como rebranding, es más que un simple ajuste estético. Implica una reconfiguración estratégica de la identidad de una empresa para adaptarse a nuevos mercados, audiencias o propósitos.
Las organizaciones optan por el rebranding para actualizar una imagen desfasada, superar crisis de reputación, diferenciarse de la competencia o alinear su mensaje con valores contemporáneos como la sostenibilidad, la inclusión o la innovación tecnológica.
Un rebranding exitoso exige un análisis profundo del posicionamiento previo de la marca, una clara comprensión de la percepción pública y una ejecución coherente en todos los puntos de contacto, desde el diseño visual hasta el tono comunicativo y la experiencia del cliente.
Si bien existe el riesgo de perder reconocimiento o generar rechazo, un rebranding auténtico y con propósito puede fortalecer la marca y abrir nuevas oportunidades de crecimiento.
Un caso ilustrativo es el de Dunkin' (anteriormente Dunkin' Donuts), que en 2019 acortó su nombre para reflejar su oferta más amplia de productos. Esta decisión, acompañada de un rediseño y modernización de tiendas, buscó proyectar una marca más ágil y versátil, logrando actualizar su imagen sin perder su esencia y atrayendo nuevos públicos.