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Se le llama cónclave al proceso en que la Iglesia Católica elige a un nuevo papa. Con la muerte del Papa Francisco, los cardenales votantes ya se alistan para reunirse y determinar quién será su nuevo líder.
No es secreto para nadie que la Iglesia no está exenta de crisis internas, incluso por motivos políticos, y aquello derivó, hace más de 700 años, en uno de sus episodios más insólitos, así como más sorprendentes: el cónclave más largo de la historia, que se extendió entre los años 1268 y 1271.
El cónclave para elegir a Francisco duró solo un día; Juan Pablo II, el tercer papado más largo de todos los tiempos, fue electo en tres días. Pero aquí se necesitaron 1,006 días y tres muertes para elegir a un nuevo líder de la Iglesia Católica.
Corría el año 1268 cuando falleció el papa Clemente IV, y 17 cardenales se reunieron en la catedral de San Lorenzo ubicada en la ciudad de Viterbo, al norte de Roma, para elegir a un sucesor. Pronto, la decisión se vio estancada debido a divisiones internas y políticas.
Al inicio había dos bandos: los carolinos (que apoyaban a un francés) y gibelinos (a un germano), pero pronto las influencias familiares y políticas estancaron aún más la decisión, que necesitaba al menos dos tercios para ser definitiva.
Las votaciones diarias comenzaron a verse espaciadas por semanas, y después por meses sin que pareciera haber una salida. Simultáneamente, los habitantes de Viterbo enfrentaban sus propios conflictos, y tener que sostener económicamente a los cardenales amenazaba con sumirlos en la hambruna.
Por ello, para ejercer presión, las autoridades locales determinaron encerrar literalmente a los cardenales en el palacio papal hasta que se tomase una decisión (de ahí el término ´cónclave´). Después, se probó con reducirles las raciones de comida y agua.
Los ciudadanos incluso ordenaron que se desmontara el techo del palacio, supuestamente para que "Dios los iluminara". Irónicamente, esto dejó a los cardenales a merced del clima invernal, lo que condujo a la muerte de tres de ellos, producto de las pobres condiciones sanitarias.
No fue sino hasta 1271 que, en una medida desesperada, se propuso reducir al comité elector a seis miembros, y finalmente se llegó a una decisión: Teobaldo Visconti, quien se encontraba en Tierra Santa participando en una cruzada, pero aceptó el cargo tras ser informado de la situación, y se convirtió en el papa Gregorio X.
El propio Gregorio fue quien se encargó de promulgar la constitución apostólica Ubi periculum, la cual establece normas estrictas para los cónclaves, incluyendo el aislamiento y la austeridad, para evitar una experiencia similar en el futuro.
Así nació el proceso en su forma actual, y que en los próximos días dará inicio una vez más para elegir al sucesor de Francisco, el primer papa latino.