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La historia de Ishtar Rizzo no se escribe con tinta, sino con huellas sobre la nieve, la roca y el hielo. Desde las cumbres de Veracruz hasta las altitudes extremas de los Andes, esta montañista orizabeña ha convertido la pasión por la altura en una misión que la tiene a un paso de un logro sin precedentes para Latinoamérica: convertirse en la primera mujer de la región en escalar los 7 volcanes más altos de cada continente.
El más reciente capítulo de su travesía fue el ascenso al Ojos del Salado, el volcán más alto del planeta, ubicado entre las fronteras de Chile y Argentina, con una altitud de 6 mil 893 metros sobre el nivel del mar. Esta hazaña no sólo reafirmó su resistencia física, sino también su temple emocional.
El camino de Rizzo no ha sido improvisado. Crecida bajo la sombra del majestuoso Citlaltépetl —el Pico de Orizaba—, la montaña ha sido parte de su vida desde siempre.
Pero lo que comenzó como una conexión espiritual con la naturaleza, se transformó con los años en un reto personal de dimensiones globales. Hasta ahora, ha coronado cinco de las siete cimas volcánicas más altas del mundo: el Kilimanjaro (África), el Elbrus (Europa), el Damavand (Asia), el Pico de Orizaba (América del Norte) y ahora, el Ojos del Salado (América del Sur).
Para alcanzar la meta completa, aún le faltan dos: el Monte Giluwe en Oceanía y el remoto Monte Sidley en la Antártida, una cima tan inhóspita y aislada que solo unos pocos han logrado pisarla.
Ambos desafíos están planeados para el próximo año, aunque la logística y el financiamiento de expediciones tan complejas implican meses de preparación.
Comentó que el reto más grande es el Monte Sidley, porque no hay mujeres latinoamericanas que lo hayan subido, y lo han subido menos de 100 personas, es decir, que hay más personas que han subido al espacio que escalado esa montaña.
En ese camino, Ishtar no está sola. Su determinación ha encontrado eco en empresas que han decidido respaldar su causa, como TYASA, firma que recientemente se sumó como patrocinador oficial.
"Ver a una mujer mexicana liderando este tipo de proyectos nos inspira. Es un orgullo que represente los valores del esfuerzo y la visión en lo más alto del mundo", afirmó Ana Reséndiz, vocera de la empresa.
Para Ishtar, el verdadero motor detrás de sus expediciones va más allá de una marca personal. Se dijo consciente de los riesgos que implica, pues en la Antártida puede llegar a estar a 60 grados bajo cero.
Expuso que cada decisión puede acercar o alejar a una persona del objetivo que tiene o lo que quiere ser, y hay que avanzar a diario, aunque sea un poco, hasta que sea algo tangible.
"A mí me gusta mucho el hecho de que pueda yo retribuir o dar a cambio algo a la sociedad, lo he hecho anteriormente en el aspecto profesional", apuntó.
La deportista señaló que no busca sólo dejar un récord, sino abrir el camino para las mujeres que vienen detrás de ella, las niñas que creen que sus sueños son demasiado grandes o imposibles.
"Quiero que sepan que también pueden conquistar sus propias montañas", dijo con convicción. "En esas alturas, todo es extremo: el frío, la soledad, la exigencia del cuerpo... incluso el silencio pesa", compartió la alpinista en entrevista.
Además del alpinismo, Ishtar ha incursionado en deportes extremos como el paracaidismo y el motociclismo. Para ella, la libertad tiene muchas formas, pero siempre la encuentra en el desafío y en el aire libre. Su historia está tejida con la misma fibra que caracteriza a las grandes exploradoras: resiliencia, audacia y una visión que trasciende los límites geográficos.
En una época donde las hazañas femeninas aún luchan por ocupar su lugar en los libros de historia, Ishtar Rizzo levanta su bandera desde las alturas, recordándonos que los sueños también tienen cima, y que con valor, cada paso puede ser una declaración de libertad.