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Quienes se toman un respiro del ritmo citadino suelen tener una idea muy clara en mente: alejarse de lo artificial sin renunciar a la comodidad. Alrededor de Monterrey, la naturaleza ha esculpido lugares que parecen creados para ese propósito. Sitios donde el verde recupera su dominio y el aire, por sí solo, ya ofrece una experiencia diferente. Y lo mejor de todo es que muchos de estos paisajes espectaculares se encuentran a tan solo unas horas en carretera.
Hay lugares cuya magnitud desafía cualquier intento de descripción. El Cañón de Chipitín, en la Sierra de Santiago, es uno de ellos. Ubicado a aproximadamente 70 km de Monterrey, el trayecto en coche puede tomar entre una hora y media y dos, dependiendo de las condiciones del camino y el tráfico.
Lo que hace especial a este sitio no es solamente su cascada de aguas turquesas o sus paredes rocosas que enmarcan el paisaje con dramatismo, sino la sensación de estar rodeado por algo intacto. Es común que los visitantes opten por actividades como cañonismo o senderismo, aunque también hay quienes simplemente prefieren sentarse a contemplar.
Para quienes buscan una escapada breve pero impactante, este rincón es ideal. La cercanía con la ciudad y la posibilidad de llegar fácilmente en vehículo lo convierten en una opción accesible. Muchos viajeros recurren a la renta de autos para tener flexibilidad en los horarios y aprovechar al máximo el día, sin depender del transporte público o excursiones organizadas.
Más al sur, siguiendo la carretera nacional, se esconde una de las joyas naturales menos intervenidas de Nuevo León: La Trinidad. Este paraje se encuentra a aproximadamente 115 kilómetros de Monterrey, lo que implica un viaje de unas dos horas en coche, atravesando paisajes que ya comienzan a teñirse de pinos y encinos.
La zona está compuesta por una red de pozas cristalinas, rodeadas de formaciones rocosas irregulares que invitan tanto a la exploración como al descanso. A diferencia de otros lugares más conocidos, aquí la afluencia turística es menor, lo que preserva una atmósfera serena. La Trinidad es perfecta para quienes prefieren la contemplación silenciosa, o una caminata sin rumbo fijo más que una actividad programada.
Uno de sus encantos radica en su autenticidad. No hay pasarelas ni señalizaciones vistosas. El acceso en vehículo permite llegar hasta la entrada de la zona de pozas, siempre y cuando se trate de autos con buena suspensión, ya que algunos tramos de la ruta, aunque transitables, no están pavimentados. Aun así, sigue siendo una excelente elección para todos aquellos que eligen la renta de autos en Monterrey para adentrarse en espacios menos concurridos.
Pocos lugares consiguen el efecto de Grutas de García, donde lo geológico se mezcla con lo emocional. A tan solo 40 km de Monterrey —menos de una hora en coche—, esta formación subterránea guarda secretos de más de 50 millones de años, esculpidos pacientemente por la humedad y el tiempo.
El acceso es cómodo y está bien señalizado. Se puede subir en teleférico o, para los más activos, caminar por una escalinata que asciende en zigzag por la ladera. Una vez dentro de la cueva, las formaciones de estalactitas y estalagmitas parecen coreografías detenidas. Algunos salones llevan nombres como "El teatro" o "La mano del muerto", que aluden a su apariencia y dan un toque de leyenda al recorrido.
Lo notable de este destino es su cercanía con la ciudad y lo amigable de su infraestructura, sin que ello reste valor al impacto visual. Es una visita perfecta para familias, para quienes viajan con niños o simplemente para quienes desean algo asombroso sin complicaciones logísticas.
A medida que se asciende por la carretera hacia La Huasteca, se va notando cómo el entorno cambia: los árboles comienzan a multiplicarse, el clima se vuelve más fresco y los sonidos de la ciudad desaparecen casi por completo. Este parque ecológico, situado en el municipio de Santa Catarina, se encuentra a solo 35 minutos del centro de Monterrey, lo que lo convierte en uno de los sitios más accesibles para una escapada de medio día.
El paisaje es una mezcla entre montañas escarpadas y valles verdes, con senderos que se bifurcan y zonas donde los visitantes pueden detenerse a hacer un picnic, practicar ciclismo o escalar. Lo más sorprendente es que todo esto se encuentra tan cerca que no hace falta planificar con antelación. Muchos habitantes de Monterrey lo visitan como parte de su rutina de fin de semana.
Llegar en coche particular permite explorar con libertad las distintas secciones del parque, detenerse donde más lo requiera el momento y evitar aglomeraciones en los accesos principales. Aunque no es necesario un vehículo 4x4, se recomienda tener en cuenta que algunas rutas internas son de tierra compacta. De todos modos, cualquier auto bien mantenido puede manejarse sin inconvenientes.
Dentro del municipio de Santiago —el mismo que alberga la famosa Cola de Caballo— se encuentra un espacio menos conocido pero igualmente hermoso: el Parque El Manzano. A 60 km del centro de Monterrey, es ideal para quienes desean combinar una caminata ligera con vistas alucinantes. El trayecto en auto toma alrededor de una hora y atraviesa varios paisajes serranos antes de llegar al acceso principal.
Este parque se distingue por su vegetación abundante y el clima fresco que domina durante la mayor parte del año. Las rutas de senderismo están bien marcadas y van desde lo sencillo hasta lo ligeramente exigente, sin llegar a ser técnicas. Hay también áreas para acampar, aunque muchas personas optan por ir y volver en el mismo día.
El Manzano es especialmente atractivo para quienes quieren desconectarse sin necesidad de logística compleja. Contar con un vehículo brinda la posibilidad de llevar provisiones, detenerse en los miradores del camino y aprovechar cada rincón del trayecto.
No todos los paraísos naturales exigen largas travesías. Mesa de Oso, ubicada a unos 80 kilómetros de Monterrey, es un ejemplo de cómo el bosque puede volverse un aliado de la tranquilidad. El viaje toma cerca de dos horas en coche y permite una inmersión progresiva en un entorno cada vez más verde, más húmedo y más calmo.
El área cuenta con cabañas para quienes desean pernoctar, pero también es posible visitarla en plan de excursión. Las actividades van desde la caminata suave hasta el avistamiento de aves. Hay zonas habilitadas para fogatas, lo que le da un toque acogedor a la experiencia.
Uno de los puntos fuertes de este sitio es su clima templado, incluso en verano. A eso se suma la atmósfera apacible, que contrasta con la velocidad habitual de la vida urbana. Muchos visitantes consideran que el simple hecho de manejar hasta allí, atravesando curvas y respirando el aire puro que se cuela por la ventana entreabierta, ya forma parte del viaje en sí.
Elegir salir de Monterrey para explorar estos rincones naturales no es simplemente una cuestión de turismo. Tiene que ver con cambiar el ritmo, con descubrir otras texturas del entorno que normalmente se ignoran. Cada uno de estos destinos ofrece algo más que un bonito paisaje: una posibilidad de pausa, de distancia, de respiración distinta.
La cercanía de estos lugares, y la posibilidad de llegar a ellos sin complicaciones, amplía el horizonte de quienes tienen uno o dos días libres y quieren aprovecharlos al máximo. Porque no hace falta ir lejos para sentir que uno ha viajado. A veces, basta con elegir bien el rumbo, prender el motor y dejar que el camino haga el resto.